Rocío Molina Psicología

¿Qué es la Dependencia Emocional?

Para este primer artículo he decidido escribir sobre dependencia emocional, ya que es un fenómeno muy presente en el día a día de mi consulta de psicología. Muchas de las personas que acuden a verme no son conscientes de que lo que motiva su malestar emocional es este patrón afectivo de dependencia. Cuando avanzan las sesiones toman conciencia de cómo y dónde se posicionan en sus relaciones de pareja, y van descubriendo la dependencia que tiñe su vida relacional.

Definición de Dependencia Emocional:

El fenómeno de Dependencia Emocional es:

“La necesidad extrema de carácter afectivo que una persona siente hacia su pareja a lo largo de sus diferentes relaciones” (J Castelló).

Si analizamos más despacio esta definición, lo primero que nos plantea es: NECESIDAD.

¿Es lo mismo “querer” que “necesitar”?

Evidentemente no. Concretando un poco más, se trata de una necesidad AFECTIVA. Es decir, no hablamos de mantener la relación por una necesidad económica, o de estatus social, por ejemplo. Hablamos de que a nivel afectivo, es decir, para sentirme bien uno mismo, para sostener el día a día, sentirme válido y “digno de ser querido”, necesito el afecto de otra persona, de una pareja concretamente. No es que quiera ese afecto, no es que elija libremente mantener una relación de pareja y disfrutar del amor del otro, es que necesito estar en pareja para vivirme una persona plena.

Un tercer elemento presente en la definición perfila más concretamente el fenómeno de Dependencia Emocional: Necesidad EXTREMA. Es decir, es una necesidad que tiñe, limita, condiciona la felicidad de la persona. Una necesidad capaz de eclipsar otras áreas de su vida.

Perfil de personas que desarrollan Dependencia Emocional:

Profundizando un poco más, las personas emocionalmente dependientes establecen relaciones en las que adoptan una posición de sumisión frente a su pareja, a quien idealizan y convierten en su centro de atención y de su existencia. El compañero, o compañera, pasa de ser un igual a ser la persona alrededor de la que gira todo, el único referente válido de la pareja.

Sus historias de vida nos describen personas que seguramente han establecido relaciones de pareja desde su etapa adolescente, y que ante una ruptura reaccionan intentando recuperar el estado de pareja a cualquier precio. Para ello, o bien reanudan su antigua relación, por muy mala que haya sido, o bien buscan otra persona que cubra la necesidad (extrema) de estar en pareja.

Muchas veces pasan de pareja en pareja, compulsivamente, todo con tal de no contactar con la soledad.

Elección de pareja de un Dependiente Emocional:

El dependiente emocional se deja ver ya en la elección, inconsciente, de la pareja. No con cualquier persona pueden establecer este tipo de vínculo relacional, ya que no todo el mundo está dispuesto a que su pareja le mire desde abajo, le idealice y le coloque en un pedestal. Es por ello que la pareja de un dependiente presenta también ciertas características, que complementan a la perfección las necesidades neuróticas del dependiente.

Las parejas de los dependientes son personas soberbias, egocéntricas y con la necesidad o pretensión de ser diferentes y especiales. Son dominantes, y les gusta rodearse de otras personas que les halaguen y les idealicen, también pueden manifestar cierto encanto en sus relaciones interpersonales.

Por tanto, una vez se establece la pareja, tenemos un dominante y un sumiso, que cuando comienza la relación encajan a la perfección, como dos piezas de puzzle. Sin embargo, este vínculo va a ser la semilla de la distancia y del deterioro entre ambos. La semilla que hará que en el futuro se llegue a la ruptura, o al mantenimiento de una relación insatisfactoria.

El juego neurótico de la dependencia

En la dinámica que se establece, el dependiente se aferrará a su pareja y “hará lo que sea por mantener la relación”. Esto aumentará la posición dominante del otro miembro de la pareja, lo que provocará el deterioro de la autoestima del dependiente, que a su vez provocará que aumente la necesidad excesiva por su compañero. Esta dinámica se establecerá cada vez con más fuerza, y creará progresivamente distancia entre los componentes de la relación. Es así como se crea el círculo vicioso que acabará destruyendo su felicidad.

Como vemos, los dos miembros de la pareja establecen y mantienen el juego neurótico de la dependencia, a partes iguales. Sin embargo, para acabar con este juego disfuncional basta con que uno de los dos componentes decida no seguir con él. Este será un momento crítico, en el que, o bien la pareja se recoloca creando un vínculo sano para ambos miembros, o bien no supera este cambio. En este último caso, seguramente lo que unía a las dos personas no era más que el vínculo disfuncional basado en la dependencia, e irremediablemente, el precio a pagar por mantener la relación es muy alto. Romper una dinámica patológica establecida en la relación de pareja no es sencillo, y muchas veces requiere de ayuda profesional especializada.

Antes de concluir me gustaría aclarar que el fenómeno de dependencia emocional presenta diferentes grados, de ahí que haya parejas con distintos niveles de disfuncionalidad. Se dan parejas donde la desigualdad entre los dos integrantes no es excesiva, y por tanto la distancia existente, aunque aleja a los dos compañeros, no genera situaciones de elevada patología. Frases cómo “en casa mandan las mujeres” o “los pantalones los lleva el hombre” ilustrarían a la perfección estos casos. Sin embargo hay parejas donde el fenómeno alcanza grados tan elevados que condiciona e interrumpe el desarrollo saludable de la relación, convirtiéndolas en relaciones verdaderamente dañinas. En los casos más extremos encontramos las relaciones de maltrato, donde, además de otros fenómenos, la dependencia emocional del miembro maltratado es muy elevada, de ahí que se mantenga el vínculo después de los episodios violentos.

«Ya no sufro por amor»

Si os interesa el tema, os sugiero un libro que me sorprendió mucho y que recomiendo a veces a las personas que acuden a mi consulta: Ya no sufro por amor”, de Lucía Etxebarria. Desde su propia experiencia e historia vital, la escritora hace una reflexión muy interesante sobre las elecciones de pareja.

Tiene un capítulo dedicado a la dependencia emocional, y otros dos muy documentados: “en busca del padre perdido” y “seguros, evasivos y ansiosos” en los que describe la génesis de las elecciones de pareja, y los diferentes tipos de pareja que se pueden dar combinando diferentes patrones y tipos de apego. Como digo, está muy bien documentado y es de fácil lectura.

 

Rocío Molina
Psicóloga, Psicoterapeuta Gestalt
Co-Directora crezer

 

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